El «efecto Macri», a mitad de camino

En el ecuador de su Gobierno el balance de la gestión de Mauricio Macri tiene un sabor agridulce. El presidente de Argentina puede presumir de haber terminado con «el cambio blue» (negro), salir de la cesación de pagos, liberar la compraventa de divisas y lograr un crecimiento, aunque moderado, sostenido de la economía (rozó el 3 %). Las previsiones, hasta el 2020, son positivas. Argentina tiene los pies en la tierra y el mundo volvió a incorporarla al mapa global. El escenario parecería idílico pero la población sufre los ajustes, la deuda pública (prácticamente la mitad del PIB) asciende en una espiral sin respiro, el cambio de moneda sigue desfasado, la inflación cerró el pasado año en 24,8% y los inversores no terminan de confiar en un país que les resulta caro y poco competitivo.

«No hay que caer en la ansiedad ni en la frustración porque después es peor». Ricardo De Lellis, CEO de la consultora KPMG en Argentina reconoce que el escenario, «no es fácil» pero hay que «tener paciencia». El presidente, «Mauricio Macri, va por el buen camino pero éste es lento y largo», advierte.

Persisten varios desequilibrios y las dudas inversoras

Transcurrido algo más de dos años del cambio de Gobierno en Argentina, no son pocos los que soñaron, en vano, con ser testigos de reformas estructurales sin anestesia. «La economía argentina se encuentra en etapa de transición», explica el CEO de KPMG. «Hoy, intenta convencer al mundo que está abierta a acuerdos comerciales. Trabaja duro para relanzar el Mercosur y firmar con la UE pero, internamente, sabe que no está preparada aún».

Argentina pasó, con el kirchnerismo, doce años de economía totalmente cerrada bajo el lema, «vivir con los nuestro». Abrir ahora las importaciones, de par en par, no está en los planes de ese «gradualismo que aplica el Gobierno. Además, -observa-el nivel de exportaciones es muy bajo».

«Burocracia, déficit, sobrecostes logísticos, un cambio de moneda atrasado y mano de obra elevada en dólares», explican las reticencias de los inversores. Dicho esto, añade, «hay inversiones nacionales aunque nada llamativo. Las del exterior –puntualiza- todavía son muy bajas pero hay que entender que venimos de muchos años de desconfianza». Macri acostumbra a decir que no llegó a la Casa Rosada para hacer magia o milagros. El presidente reconoce los problemas heredados que continúan sin solución pero insiste en la misma política. Orlando J. Ferreres, presidente de la consultora que lleva su nombre, advierte que tuvo que conformarse con avances lejos de sus metas, «respecto a la ocupación, reducción de pobreza, indigencia, inflación y déficit fiscal», resume. De Lellis destaca que «los dos primeros años el Gobierno trató de restablecer la normalidad. Terminó con el cambio oficial ficticio, devaluó la moneda y salió del “default”».

Déficit desbocado
El déficit fiscal, quizás uno de los mayores de la historia, no es un tema menor. Como tampoco lo es la necesidad de que los argentinos confíen, por ahora una utopía, en su moneda. «Es necesario que la gente invierta en pesos y eso –observa realista De Lellis- es complicado. Se necesitan muchos años y terminar con la inflación, un fenómeno al que los argentinos somos adictos». En el 2016 ésta fue del 40 por ciento, el año pasado rozó el 25% y las previsiones para éste son del 17% . «Se necesitan cuatro ó cinco años para terminar con ella», insiste De Lellis

El billete verde es la única religión que no cuestiona la población pero, «Argentina, sin divisas, tarde o temprano termina en una crisis y con la soja no basta para evitarlo». En el corto plazo este escenario no está entre las previsiones aunque, «si no se corrige, en el mediano habrá problemas», anticipa. Ferreres hila fino al advertir que hay «un atraso cambiario del alrededor del 30% en términos reales».

Verdad indiscutible, también lo es el crecimiento de “2,7% en el 2017. Nada espectacular –dice De Lelis- pero las previsiones se mantienen al alza hasta el 2020». De acuerdo a un informe del BBVA, «la economía crecerá 3,3% en cada uno de los próximos dos años». El motor para lograrlo será «mayor inversión y demanda externa» de dos países: «Brasil y de China».

La aparcada reforma laboral
La inflación, el gasto público y la deuda de Argentina son, entre otros dolores de cabeza, los que más daño le hacen al Gobierno de Macri. Los argentinos están teniendo paciencia y resignación con los ajustes pero los agujeros para apretarse el cinturón no será siempre infinitos. Pese a esto, confiaron una vez en Mauricio Macri y le dieron una victoria importante, en las pasadas elecciones legislativas, aunque insuficiente para lograr una mayoría absoluta en algunas de las dos Cámaras del Congreso y el Senado. La reforma laboral que tenía en mente el presidente encuentra resistencia en un sindicalismo dividido y acosado en la justicia pero también en otros sectores que obligan a matizar o fragmentar su proyecto pendiente.
Source: ABC

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