La oportunidad de la innovación

Los avances en investigación registrados en los últimos años en los campos de la genómica y la proteómica, junto a las enormes posibilidades que abre el imparable proceso de digitalización, han abierto la puerta a una nueva etapa en la que veremos progresar la ciencia biomédica a un ritmo quizá nunca alcanzado antes.

Estos avances ya han empezado a convertirse en nuevos tratamientos, cada vez más precisos y eficaces, que están cambiando la forma en la que se abordan las enfermedades, haciendo evolucionar al mismo tiempo al propio sistema sanitario. Así, en los últimos años hemos visto cómo enfermedades que no tenían cura, como por ejemplo la hepatitis C, ya tienen remedio; cómo patologías que eran mortales se evitan gracias a la vacunación, o cómo otras se han convertido en crónicas gracias a las nuevas terapias, como en el caso de la infección por VIH.

Las nuevas terapias celulares y génicas, las basadas en ADN o los anticuerpos monoclonales conjugados son ya hoy una realidad y configuran lo que se ha dado en llamar medicina personalizada, que no es otra cosa que una medicina cada vez más hecha a la medida de cada variante de una determinada enfermedad y en cierto modo de cada paciente. Por ejemplo, hace ya mucho tiempo que no hay un único tipo de fármaco contra el cáncer de mama, sino que cada subtipo de tumor cuenta con un arsenal de tratamientos cada vez más ajustados a su perfil biológico y molecular. Gracias a ello, hoy un 90% de las pacientes sobrevive a los cinco años del diagnóstico, frente al 70% de hace tres décadas.

Pero para avanzar en este nuevo entorno de importantes mejoras para los pacientes es necesario un cambio de enfoque al medir el valor real que aporta cada nuevo tratamiento. Los costes de la investigación aumentan y han de conciliarse con que muchos de los nuevos medicamentos, dada su especificidad, serán usados por menos pacientes. Esto eleva los precios, por lo que ha llegado el momento de que el sistema sanitario, al incluir cualquier innovación –ya se trate de un medicamento o de cualquier otra tecnología o prestación–, tenga en cuenta no sólo el valor que esta aporta en términos de mejora de la salud del paciente, sino también cómo ello se traduce en ahorros en el ámbito sanitario y socioeconómico (menor consumo de recursos sanitarios, menos bajas laborales…). En esa evolución estamos comprometidos como industria farmacéutica.

En este mismo sentido, asumimos como compromiso redoblar los esfuerzos en investigación. En el caso de España, la industria farmacéutica se ha consolidado como líder en I+D industrial, con casi 1.100 millones de euros invertidos en 2016, tercer año consecutivo de crecimiento. Nuestro reto es seguir trabajando en la misma línea, junto con centros de investigación y hospitales públicos y privados, para intensificar la generación de nuevo conocimiento científico con el fin de que España sea uno de los líderes europeos en investigación clínica.

Pero nada de esto sería posible si no logramos que nuestro sistema sanitario, y nuestro tejido investigador sean sostenibles en el tiempo manteniendo sus elevados estándares de calidad. La innovación trae, junto a la mayor precisión, mayor eficiencia. Es el camino adecuado para garantizar la sostenibilidad en el futuro. Y el diálogo es el medio. Prueba de ello es el convenio de colaboración vigente entre el Gobierno y Farmaindustria, que es un instrumento de control del gasto (la industria devolverá la diferencia si el gasto público en medicamentos crece más de lo que lo hace el PIB) y una garantía para los pacientes, que podrán así acceder sin problema al fármaco que necesitan a través de nuestro Sistema Nacional de Salud.

Y todo esto en un entorno de transparencia. La industria farmacéutica innovadora está sujeta en España a un estricto sistema de autorregulación que se basa en el obligado cumplimiento de un Código de Buenas Prácticas. La transparencia contribuye a demostrar a la sociedad que las compañías se rigen por estrictos principios éticos de responsabilidad y profesionalidad, y se ha convertido en una política transversal e irrenunciable para el sector. La publicación en las webs de las compañías de sus colaboraciones con organizaciones y profesionales sanitarios (que en 2018 implicará la total individualización) es un paso más de un proceso que lleva años en marcha, y que implica, entre otras cosas, la publicación de las resoluciones de aplicación del Código de Buenas Prácticas o la colaboración con organizaciones de pacientes.

En resumen, I+D, sostenibilidad y transparencia constituyen, junto al diálogo, pilares esenciales sobre los que descansa el compromiso de la industria farmacéutica con la sociedad y con los pacientes en general, y son también la llave para abrir la puerta a la innovación que llega y que está cambiando el modo de afrontar la enfermedad y el cuidado de la salud y las bases sobre las que se sustenta la prestación sanitaria. En este reto de todos (Administración, profesionales sanitarios, pacientes e industria) seguiremos trabajando en el próximo futuro.

Source: A tu salud

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *