El gran acuerdo comercial de América del Norte encalla en la Casa Blanca

La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos vaticinaba un cambio en la política comercial de la primera potencia. De fuera a dentro, es decir, de menos globalización y más proteccionismo para su industria. Y la primera ficha en el tablero que el presidente prometió mover de sitio sería el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado en 1994 con México y Canadá y que ha sido calificado por Trump como «el peor acuerdo de la historia» debido a que -según su argumentario- miles de puestos de trabajo estadounidenses han cruzado el Río Grande e instalado en su vecino del sur, donde el salario ronda los 4 dólares por hora.

Así, el republicano ha forzado a los dos socios del Tratado a acordar una renegociación del acuerdo, tildada como «modernización» para ajustar en una serie de rondas las partes que no le gustan a su Ejecutivo. No obstante, las conversaciones apenas han avanzado después de cuatro rondas de negociación debido a la intransigencia de EE.UU. por imponer unas normas que no gustan ni a México ni a Canadá y, por ello, ya se ha anunciado que la firma del nuevo TLCAN se retrasa al primer trimestre de 2018, en vez de a finales de este año como estaba previsto.

Elautomóvil, principal escollo

«Estamos encallados porque cada país tiene una postura, pero la más radical es la del Gobierno de Trump que ha amenazado varias veces con salirse del tratado», explica Jorge Sánchez Tello, economista de la Fundación de Estudios Financieros (Fundef), un «think tank» en México. Y es que el principal escollo de las negociaciones sigue siendo el sector automovilístico y sus reglas de origen, esto es qué porcentaje de un coche debe de ser fabricado dentro de los tres países para que pueda ser vendido sin aranceles dentro del bloque comercial. Es en este punto, donde EE.UU. está forzando que no sólo se aumente el porcentaje que debe de ser fabricado dentro del TLCAN, sino que además quiere que al menos la mitad del vehículo sea construido dentro de sus fronteras.

«El Tratado dice que un 62,5% de un vehículo debe de ser contenido regional. Pero los negociadores estadounidenses quieren que aumente hasta el 85% y, además, demandan que un 50% tenga contenido de EE.UU. para que pueda comercializarse en su país», explica Aribel Contreras, académica de la Universidad Iberoamericana, una de las más prestigiosas de México. Ante está inflexible propuesta, Contreras explica que México y Canadá argumentan que se trata de una nueva norma imposible de cumplir actualmente para sus industrias, ya que muchos de los componentes son actualmente importados. «Sería imposible para México adaptarse de la noche a la mañana a una norma así», agrega.

A pesar de la falta de acuerdo y a la alta probabilidad que ve Contreras de que haya más rondas de renegociación de las siete esperadas -estima que hasta ocho o nueve-, la académica piensa que la sangre no llegará al río. Aunque Trump repita el mantra de que su país tuvo en 2016 un déficit comercial de 60.000 millones de dólares con México, las empresas de EE.UU. venden al vecino del sur cerca de 230.000 millones de dólares al año, visto de otro modo, casi los 254.000 millones de euros que exportó España a todo el mundo el año pasado, según datos del ICEX. «Hay sectores importantes como los productores de maíz estadounidenses que se verían muy afectados si desaparece el TLCAN», comenta la profesora de la Universidad Iberoamericana.

No obstante, Sánchez Tello piensa que aunque es imposible saber si la intransigencia de Trump acabará dinamitando el tratado, cree que existe un 50% de probabilidades de que el TLCAN desaparezca. «Trump ha cosechado varios fallos legislativos, así que acabar con el acuerdo haría que sus votantes lo vieran como alguien que cumple sus promesas y eso, si quiere buscar una reelección, es muy importante», comenta el economista.
Source: ABC

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