La reactivación del consumo y la cultura del piso en propiedad asfixian el ahorro

Los datos no dejan lugar a duda. España no es un país de ahorradores. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) los españoles nos gastamos de media 94 de cada 100 euros que ingresamos, lo que arroja una tasa de ahorro del 6,5% en el segundo trimestre del año, el mismo nivel que en el año 2007.

Este dato supone que estamos entre los europeos que menos ahorran. Según la oficina estadística europea, Eurostat, en 2016 nuestro ahorro era el 7,7% de la renta disponible, lo que nos sitúa en el vagón de cola de los ahorradores, mérito que compartimos con países como Portugal (5,7%), Finlandia (5,9%) y Reino Unido (5,1%).

En el caso del dato español el asunto es peculiar porque, esta caída del ahorro se produce precisamente en un periodo, el mencionado segundo trimestre del año, en el que la renta disponible bruta de los hogares españoles se incrementó un 2,6%, hasta los 195.352 millones de euros. Por su parte el gasto en consumo final de los hogares se estimó, según Estadística, en 166.471 millones de euros, con un aumento de un 4,6%, de tal modo que el ahorro se quedó en 28.811 millones de euros.

Las razones del poco ahorro que hay en España son varias pero, según los expertos, la inversión en vivienda, el elevado consumo y las relativamente altas pensiones que hay en relación con el último sueldo, están entre ellas.

María Jesús Fernández, economista senior de Funcas, explica que «el menor nivel de ahorro que hay en España en relación con otros países europeos de nuestro entorno es estructural porque nosotros tenemos mucha parte del ahorro invertido en vivienda, cosa que por ejemplo no se produce en países como Alemania, donde son pocos los ciudadanos que viven en casas propias. A ello se le une además que en la actualidad las pensiones que se cobran en España son un pocentaje bastante elevado del último sueldo, de tal manera que hoy por hoy da para vivir y las personas no perciben la necesidad de ahorrar para la jubilación».

La economista añade que, sin embargo, «en la coyuntura actual y con el fuerte descenso de la población activa y al mismo tiempo de los salarios, ambos factores anticipan con total seguridad que la cuantía de las pensiones futuras será menor. Y por tanto llama la atención que los españoles tampoco se estén decidiendo de manera mayoritaria a ahorrar para la jubilación a la vista de los datos, cosa que sí se hace de manera metódica en muchos países europeos».

Y por si lo anterior fuera poco, además se le añade el tirón del consumo, que está en niveles históricos fruto sobre todo de la creación de empleo y de que las personas que ya tenían trabajo en los años de la crisis confían ahora más en la marcha de la economía, y están consumiendo más después de los años de incertidumbre y de aplazar algunas compras. La previsión de la experta es que «cuando el consumo crezca a un ritmo más normal se irá recuperando poco a poco la tasa de ahorro, aunque no nos pondremos al nivel de la media europea».

Según los últimos datos de la economía española, correspondientes al tercer trimestre de este año, cuando registró un crecimiento trimestral del 0,8% lo que arroja un avance interanual del 3,1%, el consumo interno sigue siendo uno de los motores principales. Así, el gasto en consumo final presenta una variación interanual menor que la registrada en el segundo trimestre (2,0% frente al 2,1%), mientras que la inversión en capital fijo presenta un crecimiento mayor, pasando del 3,8% al 5,4%.

El gasto en consumo final de los hogares registró un crecimiento interanual del 2,4%, tasa similar a la del segundo trimestre. Además, y cosa que no se producía durante los años más graves de la crisis económica, el gasto en consumo final de las Administraciones Públicas tuvo un avance de un 1%, una décima inferior a la del trimestre precedente.

Pero, al margen de los datos, solo hay que darse un paseo por cualquier calle comercial de nuestro país o intentar hacer una reserva en un restaurante estos días y se comprobará de primera mano que el tirón del consumo es una realidad, positiva sin duda pero que, en este caso que nos ocupa, merma el sano ahorro que tendría que haber en cualquier país para tener reservas para la siguiente crisis que, sí o sí, va a llegar tarde o temprano a todas las economías avanzadas.

Y si el consumo ha sido importante estos años para la economía y las empresas del país, la previsión es que lo seguirá siendo. El último informe sobre la economía española realizado por la Comisión Europea hace unas semanas, titulado «Post-Programme Surveillance Report Spain», ya anticipaba una ralentización del crecimiento del consumo privado a medida que la creación de empleo se desacelere y los vientos de cola que han ayudado al crecimiento y al aumento de los ingresos en los últimos años (bajos precios del petróleo, rebajas de impuestos y bajo precio del dinero) empiecen a dejar de soplar con la misma intensidad».

Pese a lo anterior, los técnicos de Bruselas que siguen cada día el pulso de la economía española son optimistas respecto al consumo ya que creen que «se mantendrá como el principal factor que contribuirá al crecimiento económico, ya que la previsión es que los ingresos de las familias continuarán al alza en los próximos meses».

Desde Fedea
Alfonso Sánchez, economista especialista en comportamientos del ciclo económico vital, comparte en cierto modo la tesis de María José Fernández, aunque no en todos los extremos. Asegura que «parece haber bastante consenso en que la falta de ahorro se debe a una recuperación del consumo en bienes duraderos. Durante la crisis la compra de vehículos, muebles, equipamiento del hogar, etc.. cayó de modo muy acusado. Pero estos gastos no se posponen indefinidamente, y cuando llega la recuperación de rentas (a partir de 2014 y, por supuesto, con mucha heterogeneidad entre hogares) hay un crecimiento intenso que trata de recuperar el tiempo perdido los años anteriores. Así, los indicadores de consumo de bienes duraderos han crecido más rápidamente que los indicadores de consumo generales».

Al mismo tiempo añade que «por supuesto este comportamiento sólo es posible una vez que la ansiedad por el riesgo de pérdida del empleo disminuye con las mejores noticias económicas de modo que baja el ahorro de precaución; los parados encuentran empleo en cantidades significativas y las condiciones financieras mejoran ya que hay más créditos y a tipos de interés bajos por cortesía del Sr. Draghi y su Banco Central Europeo».

Respecto a la diferencia en los niveles de ahorro con nuestros vecinos europeos comparte en parte la tesis de la economista de Funcas. En este caso su argumento es que «en España se prefiere la vivienda en propiedad, de modo que el ahorro hipotecario es mayor mientras que en otros países, el ejemplo de Alemania es típico, optan por el alquiler de modo que necesariamente deben tener un mayor ahorro financiero, lo que no implica que ahorren más en total».

Activos totales medianos
De hecho, según Alfonso Sánchez, «el ahorro privado total en España ha sido superior al de muchos de nuestros países vecinos en los años pasados ya que según datos del Banco Central Europeo reflejados en el informe «The Households Finance and Consumption Survey» del mes de abril, España sale muy bien en la estadística de activos totales medianos, lo que indica que nuestro ahorro ha sido superior ya que, según la mencionada fuente, nuestra riqueza total mediana es de 193.100 euros frente a los 159.400 en Francia y en 158.000 en Italia. Por supuesto, esta media es un stock de ahorro acumulado y quizás ahora estemos ahorrando menos, pero el estereotipo de país que no ahorra no se sostiene a la luz de estos datos elaborados con la metodología común del BCE».

En cuanto al ahorro para la jubilación, que en el caso de España es muy escaso pese a la realidad del envejecimiento poblacional, Sánchez cree que «el consenso de los economistas es que los humanos reaccionamos ante amenazas concretas que son inmediatas en el tiempo. Es muy difícil que lo hagamos ante problemas difusos que se perciben en el futuro del individuo aunque, objetivamente, ya estén presentes. Y en el caso de España nuestra Seguridad Social ha tenido buen cuidado en no informar a sus afiliados del valor esperado de su pensión en los años venideros incumpliendo un compromiso que, si no recuerdo mal, se hizo en el Congreso de los Diputados». Además, añade el experto de Fedea, «hay un segundo aspecto más complejo, como es el hecho de que los seres humanos tendemos a ser propensos al riesgo ante escenarios que plantean pérdidas ciertas, como es el asunto de las pensiones.».

Como conclusión Alfonso Sánchez le quita hierro al asunto del poco ahorro de los españoles, en base a la estadística del BCE en la que se incluye el valor de la vivienda, y alerta de que «por supuesto, el sector financiero desea un mayor ahorro financiero, y es sensato en aras de completar la pensión pública, pero para ello necesitamos también una reforma de las herramientas de ahorro privado, que ahora no son satisfactorias por las deficiencias de la asesoría financiera que quizás resolverá MiFID2».
Source: ABC

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