Cerrando el circulo de los plásticos, ahorramos recursos

Si pensamos en los plásticos, posiblemente nos vengan a la cabeza distintas imágenes o ideas, pero probablemente no nos hayamos dado cuenta de cómo estos materiales nos permiten tener el confort y el bienestar del que gozamos, ni de cómo contribuyen a la «Economía Circular».

Lo que nuestros padres y abuelos hacían «por sentido común», eso de aprovechar al máximo la comida, la ropa, los utensilios, los aparatos e incluso los residuos, reutilizándolos, reparándolos o reciclándolos para optimizar esos recursos, eso es «Economía Circular». En contraposición a la economía lineal, en la que se produce, se consume y se tira, la Economía Circular consiste en mantener los productos dentro del circulo el máximo tiempo posible, para ello se crean ciclos de producción, consumo y gestión de residuos responsables y sostenibles, en los que la utilización de los recursos sea la más eficiente posible y fomentando que los residuos se transformen en nuevos recursos, pudiendo así, cerrar el círculo. Y los plásticos son materiales idóneos para cerrar esos ciclos.

Hoy en día, queremos seguir con nuestra vida cotidiana de la mejor manera posible, incluso en aquellas situaciones más difíciles en las que nos fallan articulaciones u órganos eso es posible gracias a las prótesis de plástico. Queremos poder hacer la compra y que los alimentos estén en perfecto estado de conservación, aunque los consumamos pasados unos días o que nuestros hijos puedan llevarse su merienda al colegio. Eso es posible gracias a los envases plásticos. Queremos viajar gastando y contaminando lo menos posible y eso lo podemos hacer gracias a los componentes plásticos que aligeran coches y aviones para que consuman menos combustible. También queremos ahorrar en calefacción y climatización y las soluciones plásticas para el aislamiento y el cerramiento de nuestras viviendas nos lo permite.

Todas estas aspiraciones son legítimas y no son las únicas. También aspiramos cada vez más a no malgastar nuestros recursos, a consumir de manera responsable, a contaminar lo menos posible, en definitiva, a seguir mejorando, pero sin comprometer las oportunidades de desarrollo de nuestros hijos; aspiramos a vivir y crear una sociedad más sostenible y más eficiente en el uso de sus recursos. Y aunque pueda sorprender, en este aspecto, los plásticos, cuando se utilizan de manera adecuada, pueden ser también nuestros grandes aliados ya que contribuyen directamente a la Economía Circular.

Esta nueva economía se basa, principalmente, en el máximo aprovechamiento de los recursos. En este aspecto, los plásticos ahorran recursos no sólo en su fase de uso, sino también al final de su vida útil ofreciéndonos distintas opciones para cerrar el círculo. Los plásticos se pueden reutilizar y cuando se convierten en residuo, se pueden reciclar; ésta siempre debería ser la opción preferida. Pero, en ocasiones, el reciclaje no es la opción más sostenible, y en esos casos, existe otra opción: la valorización energética. Esta opción consiste en utilizar los residuos como fuente de energía alternativa; y como los plásticos tienen un poder calorífico similar al del gas y, aproximadamente, el doble que el carbón, esta opción es el complemento perfecto al reciclado.

Esto es precisamente lo que hacen otros países como Suiza, Austria, o Alemania. Allí, los residuos plásticos que no se pueden reciclar se usan para calentar y climatizar las viviendas. En España, si bien se recicla al mismo nivel que en estos países, la energía a partir de residuos es todavía una alternativa por explotar, lo cual implica que lo que no se puede reciclar acaba en vertedero. De hecho, en 2014, en España, el 50% de los residuos plásticos acabaron en vertedero, cuando en los países anteriormente citados, esa cifra no alcanzó ni el 1%.

Esta práctica está en total disonancia con el concepto de la Economía Circular. En un vertedero los residuos se malgastan, no se pueden volver a transformar en nuevos materiales ni en energía; los vertederos son cementerios de recursos increíblemente valiosos y por ello no deberíamos permitir depositar ahí ningún residuo aprovechable que además puede terminar arrastrado a los océanos.

Pero la problemática es compleja en España, ya que en nuestro país el depósito en vertedero es tan barato – en algunos lugares depositar una tonelada de residuos cuesta menos que un menú del día – que dificulta considerablemente el fomento de otras opciones mucho más sostenibles y generadoras de riqueza, tejido industrial y empleos.

Los plásticos pueden ayudar a nuestra sociedad a avanzar hacía un modelo económico circular creador de oportunidades, crecimiento y valor para todos. Para ello es clave gestionarlos de manera eficiente cuando se convierten en residuos. La industria y las administraciones públicas son agentes clave en esta transición, pero los ciudadanos también lo somos: en nuestras manos está separar correctamente sus residuos y, por supuesto, nunca dejarlos abandonados en el entorno, evitando así el “littering”.

Sólo hace falta integrar en nuestro inconsciente colectivo la fórmula “residuo = recurso” para darnos cuenta de que cuanto mejor gestionemos nuestros residuos, más recursos sostenibles tendremos a nuestro alcance, y en este aspecto, los plásticos aún tienen mucho que aportar, sólo es cuestión de querer aprovecharlos al máximo.
Source: ABC

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